“En los años 20, llegó al cantón Cañar la primera planta
eléctrica, transportada pieza por pieza en los hombros de los indios; el
Concejo Cantonal agradecido por sus servicios les brindó comida, música y
bebida, dando lugar a que armaran la gran fiesta. Allí es donde escuché por
primera vez una bocina. Para entonces estaba dedicado por entero a la música;
las notas emitidas por este instrumento se me grabaron y horas después junto a
mi piano, las escribí en el papel; ese mismo día compuse La Bocina”.
Autor: José Inga Vélez
I
Viviré en el campo,
en el campo triste,
que suenan bocinas
que las toco yo.
…
Que días tan bellos
pasaba con ella porque yo
la amaba con toda
ternura, por ella lloré,
por ella lloré.
II
Por eso viajero,
si acaso la
encuentras,
dirás que sin ella
yo no existo no.
…
Porque para el indio
basta su bocina que toca
en su tumba, al morir
el sol,
al morir el sol.
El vídeo del arreglo para piano:
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